miércoles, 5 de enero de 2011

Básicamente, jodida

¿Qué tienes tú de especial? me preguntas. Puedo mencionar mil cualidades por las que te preferí por sobre mis sueños y mis metas que construí durante siete años, te elegí a ti en lugar de seguir en una relación "estable", con la cual estaba "a gusto", con una persona que conocía más que a mí, con un futuro que ya había aceptado y que estaba resignada a vivir, quizá a disfrutar. Y llegas tú, y por ti saco ese valor escondido de antaño, y me enfrento a perder todo, casa, trabajo, familia política, familia cercana... pero al final, ganarte a ti, es lo que importa. Y heme aquí, angustiada, preocupada, jodida, asustada, confundida, histérica... pero feliz, dispuesta a apostar por ti, a encariñarme con nuevos sueños, nuevas metas, nuevas ilusiones; y sentarme a disfrutar esta etapa de conquista que no vivía desde hace tiempo, esos momentos de vernos sin decir una palabra, esa risa cómplice que me brindas para avisarme que llegaremos a casa pero no a dormir, ese "te adoro" que no significa otra cosa más que eso, ese "me chocas" que te lo digo desde el fondo de mi alma. Y puedo jurarte que cada vez que te digo "te quiero" lo hago mordiéndome el corazón, para que no reviente de felicidad o de miedo, lo que pase primero.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Más que noche buena...

Hoy es noche buena, mientras todos hacen los últimos preparativos yo me dedico a sentarme y pensar... en ti, en ayer, en hoy, en mi voz cada vez que te digo "me chocas" y efectivamente, no miento. Me choca que tu recuerdo no me deje dormir, que pierda el sueño a causa de las fantasías a las que me aferro como si fueran realidades, que pase días y noches pensando en lo feliz que soy contigo, que eres, que somos... Y no tenemos que decir una palabra ni que tocar nuestros labios, sabemos de sobra... Lo peor de la situación es el sentirme como escuincla cada vez que me dices una palabra que muestra tu vulnerabilidad y que hace aflorar la mía. Y hoy, pese a que no debo, me permito extrañarte, recordarte, anhelarte; desearía poseer una maquina que me permita fotografiar sentimientos; no sé si eres tú, o soy yo, o es el frío, o es la noche, pero quiero sentirnos así siempre, tomarnos ahora y guardarnos en un cajón bajo llave, mantenernos a salvo de las secuelas del tiempo y del tedio. Hoy, tú has hecho de mi noche buena una maravillosa noche, y al final, yo espero otras noches, otras madrugadas, otros "buenos días", mientras busco un espacio en mi buró en donde almacenar tu recuerdo.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Al final... la vida sigue igual

Llevamos poco más de siete años de relación. La verdad es que no me puedo quejar, han sido siete años en los que he sido feliz, siete años que son también de amistad, siete años en los que has sido mi compañero de aventuras y desventuras; a fin de cuentas, son siete años de convivencia que nos han permitido conocernos como si fueramos parientes. Por supuesto ha habido momentos difíciles, los principales son cada vez que una persona se aparece en mi vida y me hace dudar, me mueve, me emociona, me confunde... No han sido demasiados, sólo suficientes; en estos momentos es C. Confiezo que C es distinto (como cada uno lo ha sido en su momento), y a veces, como esta madrugada, me permito soñar despierta con un futuro que sé que no pasará, que no me permitiré tener, que se quedará en ese cajón que lleva la etiqueta "sueños e ilusiones". Porque pese a todos estos años, todos estos amores tiernos e inocentes que me permito, al final de los finales seguimos juntos, sólo tú y yo; y es entonces cuando me enojo conmigo y me cacheteo y me digo "¿para qué tanto desmadre?" "¿para qué ilusionarme con un nuevo amor que dejaré salir por la ventana o correré a patadas por la puerta trasera?" Pero me acepto y sé que es algo que no dejaré de hacer, aunque sea la misma chingadera y, al final, quedemos tú y yo, juntos, y que todo siga igual, hasta un nuevo sueño de amor.

martes, 21 de diciembre de 2010

Ese condenado miedo a amar...

No sé por qué escribir tu tarjeta me da un vuelco al corazón, me produce dolor estomacal y sé que si me dejo llevar, llegaré a la náusea... Qué situación más complicada, pienso mientras mis ojos se llenan de unas lágrimas que no puedo permitirme sacar, como tampoco permito otros sentimientos en mí. Esta situación que sentí toda la vida, que supimos desde siempre, que es bien vista para otros ojos mientras sólo nosotros sabemos la realidad, la lucha que hay día con día para no apegarnos de más, no extrañarnos como realmente lo hacemos y no decir las palabras que realmente sentimos simplemente por miedo, a mil cosas, miedo a que el otro se aleje o peor aún, que se acerque y nos abra la puerta y entonces no sepamos qué hacer con todo lo que traemos dentro, miedo a el qué dirán, los tuyos y los míos, que básicamente son los nuestros. Y lo único que nos queda es aguantar, como si fueramos tan valientes, tan fuertes, como si no nos estuvieramos consumiendo por dentro, lentamente... como si no temieramos el perdernos, yo perderme en el camino y al final perderte a ti. Es que todo parece tan sencillo, tú quieres a alguien como yo, y yo... yo quiero a tantos alguienes, que sé que ni tú ni muchos podrían ser feliz conmigo. Pero siempre está ese “quizá” retumbando en la cabeza, ese “qué pasaría si”. Pero no lo permito, posiblemente mi felicidad esté contigo; sin embargo, probablemente tu ruina esté conmigo. Eres, has sido, un buen hijo, buen amigo, buen novio, de mí que no les extrañe nada... Y me niego, me rehuso por completo a corromperte, a ti no, aunque tal vez eso signifique que te quiero más de lo que estoy dispuesta a aceptar.